La técnica Lasik es un tipo de cirugía de corrección de la visión, que utiliza el láser como instrumento. Con ella se cambia, de manera permanente, la forma de la córnea, la cual es una cubierta transparente que se encuentra ubicada en la parte frontal del ojo. La intervención se realiza para conseguir eliminar dioptrías, mejorar la visión y, como resultado, reducir la necesidad de usar gafas o lentillas.
Con la cirugía Lasik se modela la córnea, se logra que la córnea se vuelva más delgada y que el cristalino tenga una forma que permita refractar los rayos de luz de manera adecuada. La técnica Lasik es un procedimiento quirúrgico sin anestesia, únicamente se utiliza un colirio anestésico, que es indoloro, que no tiene necesidad de ingreso hospitalario y su recuperación es muy rápida. Puede aplicarse en uno o en ambos ojos y se tarda en realizar, de unos diez a quince minutos en cada ojo. Con mayor frecuencia, se practica en las personas que utilizan gafas o lentes de contacto a causa de la miopía, aunque también algunas veces se realiza para corregir la hipermetropía y el astigmatismo.
Para someterse a ella se recomienda tener al menos 18 años o incluso más, dependiendo del láser que se vaya a utilizar. Esto es debido a que la visión de los menores de 18 años puede continuar cambiando, en algunos pacientes lo hace hasta los 25 a los 30 años. Las mujeres embarazadas o que se encuentran amamantando, no deben someterse a la operación, porque estas condiciones modifican las medidas del ojo, ni tampoco las personas que están tomando fármacos, como Cardarone, Imitrex, Accutane, o prednisona oral, ni aquellos pacientes diagnosticados con diabetes, infecciones herpéticas del ojo, artritis reumatoidea, lupus, glaucoma o cataratas.
Antes de la intervención se debe realizar un examen ocular completo, para verificar que los ojos están saludables.
Se realizarán exámenes para: medir la curvatura de la córnea; medir el tamaño de las pupilas, tanto en la luz como en la oscuridad; medir el error refractivo que tengan los ojos; y, medir el espesor de la córnea. Esta última prueba es fundamental, para asegurarse que al paciente le quedará suficiente tejido corneal después de la cirugía. El paciente firmará una autorización, que significará que conoce los riesgos, los beneficios y, si hubiere opciones alternativas, se le indicarán, así como también deben constar las posibles complicaciones del procedimiento.